El realizador televisivo de un partido de fútbol es un elemento muy singular, ajeno al análisis, pero con un papel bastante relevante en un tema que a priori no tiene demasiada importancia, llamado matiz. Es decir, hay muchos tipos de realizadores. Igual que delanteros, pero en realizadores. El realizador que nos enseña durante los 10 minutos previos las 57 muchachas -rubias, morenas, pelirrojas, castañas, etc-, con un alto índice de atractivo sexual, es el "realizador ariete". En esta definición de realizador no me extenderé mucho más. Luego está el "realizador editorial". Este tipo de realizador frecuenta principalmente la Premier League. Es aquel que antes del comienzo del duelo tiene sobre su mesa todos y cada uno de los rumores semanales, y los plasma si la situación lo requiere. Gran ejemplo, y al alcance del consumidor, el guión cinematográfico semanal de Stamford Bridge. Minuto 16: Verbena pro Di Matteo. Plano de Benítez. Plano de Abramovich. Plan básico del realizador editorial. Hay más, como el "realizador análitico" (este me gusta mucho), que cuando una jugada termina en gol o en una situación relevante nos muestra su inicio -una pérdida, un mal pase, un movimiento clave-. Este realizador mola bastante. Y luego está un tipo de realizador que no sé cómo llamarlo y que esta noche estaba en el San Paolo. Debe ser que no sé cómo llamarlo igual que no sé explicar porqué adoro el Calcio.
Pero gracias a él hemos ido viendo una pelea sin cuartel. El duelo de la noche. La Juventus recuperaba para la titularidad a uno de sus mejores defensas: Giorgio Chiellini. Chiellini te desespera, te muerde, te incomoda, te la quita, y esta noche hasta te tiraba del pelo y te metía gol. Lo que un rival suele decir una jodienda, una putada, o expresiones similares. Eso es lo que ha hecho con el máximo goleador del Napoli, del campeonato, el mejor jugador de su equipo, uno de los mejores de la Serie A, y uno de los delanteros más cotizados del mundo: Edinson Cavani. Un tío que suele recibir esas "expresiones similares" de boca de los aficionados rivales. Y, sí, el partido ha estado muy bien, pero estos dos han resumido la esencia. La pelea debía estar asegurada, no era para menos, era una "partita-scudetto", así que aquí nadie iba a regalar nada. En la primera parte la Juventus ha jugado con un poso inalcanzable para el equipo napolitano. Dormía el partido, controlaba el ritmo, defendía bien, y generaba ocasiones. Pero vaya, descanso, y 1-1. Lo que es el fútbol. En el segundo tiempo Mazzarri tocó la trompeta, como ha hecho varias veces durante el torneo, y quitó a Britos para meter a Dzemaili. A base de disparos desde fuera del área acribillaron a Buffon, con el cuchillo entre los dientes. Lo dicho, lo que era esta pelea, a muerte. Pero vaya, final del partido, y 1-1. Lo lógico en un mundo ilógico es estar toda la semana recordando que Chiellini y Cavani se dieron de hostias. Quién es más cabrón y todo esto. Pero ahí estaba nuestro realizador italiano, para recordarnos que se daban de hostias porque defendían lo que era suyo, y que cuando el balón lo cogía el árbitro ya no había nada que defender. Ya volverán a pegarse cuando el balón tocase otra vez el césped. Cuando Chiellini le devuelva la camiseta a Cavani, y Cavani le devuelva la camiseta a Chiellini.
Quizá por cosas como esta, amiamo il calcio
sublime
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