El partido que jugó ayer Ross Barkley contra el Queens Park Rangers me recordó al día que empecé a ver el fútbol en alta definición: otro rollo. Por internet se propagaba como un incendio el fantástico disparo que significaba el gol que abría el marcador en Goodison Park, pero su rendimiento fue bastante más allá que una acción de highlights. La alineación de Roberto Martínez -el técnico español contaba con las bajas de McCarthy y Barry- ya significaba, por sí misma, un punto de enorme interés para sentarte delante de la tele.
El Everton formó en un 4-3-3, con el bosnio Besic como mediocentro, con Naismith como interior izquierdo, y con Ross Barkley como interior derecho. No fue su ubicación en el campo lo que empezó a llamar la atención desde los primeros compases de partido, si no el papel que le dio su entrenador. Sin la figura de Barry, que absorbe todos los primeros pases que van hacia el interior procedentes de la defensa, fue Barkley, y no Besic, quien cumplió con ese papel. Es decir, el organizador del equipo fue él, a pesar de que sobre la pizarra ese rol parecía destinado para el futbolista balcánico. Barkley es un futbolista de conducciones, que luce muchísimo en transiciones rápidas porque verticaliza casi todas sus recepciones, así que la principal duda era ver cómo afrontaba el reto de tener que bajar una marcha en sus intervenciones, dado el riesgo que conlleva conectar con la pelota 20 metros más atrás.
Pases de Ross Barkley en el partido (Fuente: Squawka) |
La respuesta fue sobresaliente. Barkley fue capaz de abrir líneas de pase con una continuidad fantástica -acostumbrado a hacerlo en 3/4, donde hay muchas más piernas tratando de evitar recepciones, para él fue coser y cantar recibir en ventaja frente a un rival que no era nada agresivo a la hora de robar la pelota en posiciones adelantadas-, y lo más destacable fue su comportamiento una vez tenía la pelota. Su abanico de pases fue amplísimo. En corto, en largo, y hacia todas las direcciones, pasando a jugadores cercanos para darle continuidad a la acción, o arriesgando un poco más girando a jugadores rivales. Además, seleccionó muy bien el momento en el que hacer su jugada favorita: arrancar en conducción. Fue su toma de decisiones y su acierto a la hora de ejecutarlas lo más importante a la hora de destacar su rendimiento en este nuevo papel, aunque es clave hablar del paso adelante que dio para asumir la responsabilidad. Mostró una enorme personalidad. Viendo lo bien que lo estaba haciendo, era importante fijarse en su comportamiento cuando su equipo tenía que defender.
Tackles de Ross Barkley en el partido (Fuente: Squawka) |
En primer lugar, hay que decir que el rival exigió realmente poco. Sin Zamora ni Austin, los de Redknapp perdieron su principal argumento: juego directo y segunda jugada, y ningún futbolista fue capaz de darle algo mínimamente potable a Edu Vargas, ayer haciendo la función de delantero centro. Barkley eligió bien cuando conducir la pelota, pero lo hizo con cierta continuidad, y eso significaba quedar lejos de la que debía de ser su posición natural en la defensa posicional. En la captura, se observan las veces que Barkley fue al suelo para intentar robar la pelota. Hasta 8, un numero bastante alto. Es decir, tenía que recuperar su sitio con premura y en ocasiones llegaba tarde. Por otro lado, esto tiene una lectura positiva, y fue una cuestión de actitud. Aunque Barkley tiene potencial para convertirse en una estrella mundial, no rehuyó en absoluto retroceder metros, ayudar con algún cruce al otro sector, y en definitiva, estar siempre en disposición de ayudar en esa fase defensiva. Cuando su equipo no tenía el balón rendimiento fue inferior, pero la predisposición, también sobresaliente.
En resumen, el impacto de Barkley, por lectura, determinación y calidad, demostró que en Goodison Park puede estar desarrollándose un futbolista que quizá alcance el nivel de su último gran canterano: Wayne Rooney. Desde luego, visto lo visto ayer, Ross Barkley añadió bastante peso a la balanza positiva de elegir ver al Everton cuando él esté en el campo.
Roberto Martínez habló sobre Barkley después del partido frente al QPR:
"Su futuro es inmenso. Verle jugar fue una alegría para la vista. La forma en la que finalizó para marcar su gol fue excepcional".
"Ha hecho un trabajo impresionante en los entrenamientos y merecía ese gol por querer asumir la responsabilidad".
"¿Ballack? Sí, puede tener semejanzas. La velocidad con la que aprende conceptos, su fuerza y su capacidad técnica le hacen especial".
"Él ha jugado como número 10, pero en una posición más retrasada toma buenas decisiones con el balón. Es bueno para él experimentar en diferentes roles".
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