(Foto: L'equipe) |
Francia regresaba a un mundial después de la dolorosa imagen que dejó el elenco dirigido por Raymond Domenech en Sudáfrica hace 4 años. Los bleus no solo quedaron eliminados en la fase de grupos, si no que además tuvieron que soportar durísimas críticas, no solo procedentes de la prensa, puesto que hasta el entonces presidente Sarkozy llevó el asunto al Elíseo. Después de que Domenech expulsase a Anelka de la concentración, sus compañeros se negaron a entrenar y desde Francia se les llegó, incluso, a tachar de desertores. Cuatro años después todo aquello está olvidado, y la nueva selección francesa dirigida por Didier Deschamps ha comenzado el campeonato del mundo de la mejor manera posible, después de ganar 3-0 a Honduras en su primer envite. La noticia de la baja de Ribery fue un impacto muy negativo para afrontar la cita. A pesar de que el futbolista del Bayern München haya tenido un tramo final de temporada a bajo nivel en comparación con lo que mostró durante la campaña anterior, perder a su gran líder suponía un golpe emocional importante. Futbolísticamente, Deschamps tenía soluciones para afrontar su baja, pero el vacío de liderazgo era un asunto más complicado. Ese peso recaía sobre los hombros de Benzema, que en el debut, no decepcionó.
Benzema asumió los galones, se movió por todo el frente de ataque, hizo dos goles y medio y dejó claro que no está Ribery, pero que él tiene la predisposición de que no se note. Además, la estructura que ha diseñado Deschamps tiene buena pinta. Parece una mesa con cuatro patas fuertes, y los partidos frente a Suiza y Ecuador serán una enorme prueba para medir su resistencia. En Varane, el equipo tiene un enorme corrector de distancias largas, y su talento defensivo puede equilibrar los deslices en términos de decisiones de Sakho. Cabaye, como mediocentro, al menos contra Honduras, funcionó bien. Tiene un fenomenal rango de pase y por lo tanto es más sencillo que la salida sea limpia. Debuchy y Evra, los laterales, pueden vivir en campo contrario por dos motivos: el primero es la pareja de interiores. Matuidi y Pogba ofrecen soluciones ofensivas -son fantásticos haciendo movimientos verticales hacia portería-, pero además son un gran recurso defensivo para evitar salidas limpias del rival. Algo que resulta clave, puesto que los laterales suelen vivir arriba y por detrás está Cabaye. El segundo de los motivos es, quizá, lo más estimulante de la selección: la movilidad de los de arriba, que despejan los costados. Sin Ribery, Deschamps ha tirado de Griezmann, un jugador de movimientos más verticales y que soluciona un déficit de profundidad del equipo en esa última línea. Después, un Valbuena con tremenda libertad que funciona de maravilla, porque aporta ese punto de creatividad en zona de medios -quizá el punto débil de esa pareja de interiores-, y una deliciosa guinda al pastel con Karim Benzema. Ecuador y Suiza serán duros rivales, pero a Francia ya la miraremos con la sensación de que ahí parece haber algo bien engrasado.
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